LUCHANDO POR VIVIR
Comienzan días fatídicos, días en los que a mí misma me arrancaría los pelos, constante mal humor, desgana, pensamientos obsesivos por todo tipo de alimentos que NO DEBO comer, pero a la vez aprendo a empezar a disfrutar de la comida sana y saludable, empiezo a escucharme más, a valorarme, aunque sea muy poco, pero ya es un logro.
Llega el momento de subirse a esa enemiga que yo me cree, llamada báscula o peso, como tú quieras llamarla...Veo que mi sacrificio ha dado el gran fruto de la pérdida de ¡3 maravillosos kilos!, pero querido amigo lector, esa alegría dura muy poco, cuando con el paso de las semanas veo que mi esfuerzo no se ve recompensado, pues empiezo a obsesionarme con la pérdida de peso y todo lo que pierdo es poco para mí, un gran error, todo lo que se pierde, sea mucho o poco, ya debe ser un logro para nosotros, pero yo no lo veía así, logro perder en un mes 8 kilos y empiezo a querer más y más, pero sin darme el lujo a mí misma de disfrutar del proceso y de cada uno de mis logros.
Aquí es, entonces, cuando empieza a nacer la verdadera Gemma, mi llama interior, la verdadera chica que soy hoy día, recibo la gran ayuda de un hombre muy importante para mí, mi querido hermano, que con el apoyo del uno al otro, ambos logramos empezar a perder peso; es cuando entre los dos decidimos irnos a la calle, bajo el puente de mi ciudad a hacer deporte, empezamos caminando, junto con nuestro incondicional amigo Rocky; aquí empieza mi gran carrera, tener que luchar día tras día con los dolores de mover un cuerpo tan pesado, por lograr bajar un par de miserables gramos, gramos que me dan la fuerza para seguir cada día en esta lucha diaria.
Me doy cuenta con el paso del tiempo que ya estoy cambiando mucho, pues antes me importaban todo tipo de comentarios y opiniones, y ahora me veía haciendo deporte en mitad de la calle donde todo el mundo podía verme, pero me daba igual, porque era mi batalla, mi lucha y estaba orgullosa de lo que empezaba a hacer, veía que mi esfuerzo se estaba viendo, ya no solo en el peso, si no también físicamente, empezaba a cuidarme más, echándome mis cremas para evitar que se me quedase la piel colgante, miraba más los alimentos que podía o no comer, ahora empezaba a valorar con mayor alegría lo que es el arte de vivir.
Con mi máximo esfuerzo, frase que se repetía a diario entre mi hermano y yo en esta batalla, logré llegar a mi primer objetivo, perder 20 kilazos, miedos, inseguridades, reparos y ganar valentía, felicidad, ilusión y esperanza; todo ello en apenas cuatro meses, pero...A partir de aquí todo cambia...
Llega el momento de subirse a esa enemiga que yo me cree, llamada báscula o peso, como tú quieras llamarla...Veo que mi sacrificio ha dado el gran fruto de la pérdida de ¡3 maravillosos kilos!, pero querido amigo lector, esa alegría dura muy poco, cuando con el paso de las semanas veo que mi esfuerzo no se ve recompensado, pues empiezo a obsesionarme con la pérdida de peso y todo lo que pierdo es poco para mí, un gran error, todo lo que se pierde, sea mucho o poco, ya debe ser un logro para nosotros, pero yo no lo veía así, logro perder en un mes 8 kilos y empiezo a querer más y más, pero sin darme el lujo a mí misma de disfrutar del proceso y de cada uno de mis logros.
Aquí es, entonces, cuando empieza a nacer la verdadera Gemma, mi llama interior, la verdadera chica que soy hoy día, recibo la gran ayuda de un hombre muy importante para mí, mi querido hermano, que con el apoyo del uno al otro, ambos logramos empezar a perder peso; es cuando entre los dos decidimos irnos a la calle, bajo el puente de mi ciudad a hacer deporte, empezamos caminando, junto con nuestro incondicional amigo Rocky; aquí empieza mi gran carrera, tener que luchar día tras día con los dolores de mover un cuerpo tan pesado, por lograr bajar un par de miserables gramos, gramos que me dan la fuerza para seguir cada día en esta lucha diaria.
Me doy cuenta con el paso del tiempo que ya estoy cambiando mucho, pues antes me importaban todo tipo de comentarios y opiniones, y ahora me veía haciendo deporte en mitad de la calle donde todo el mundo podía verme, pero me daba igual, porque era mi batalla, mi lucha y estaba orgullosa de lo que empezaba a hacer, veía que mi esfuerzo se estaba viendo, ya no solo en el peso, si no también físicamente, empezaba a cuidarme más, echándome mis cremas para evitar que se me quedase la piel colgante, miraba más los alimentos que podía o no comer, ahora empezaba a valorar con mayor alegría lo que es el arte de vivir.
Con mi máximo esfuerzo, frase que se repetía a diario entre mi hermano y yo en esta batalla, logré llegar a mi primer objetivo, perder 20 kilazos, miedos, inseguridades, reparos y ganar valentía, felicidad, ilusión y esperanza; todo ello en apenas cuatro meses, pero...A partir de aquí todo cambia...
Comentarios
Publicar un comentario